La Revolución ha de ser superada poe ella misma

He leido con atención lo que mi colega el  DrC Camilo Rodríguez Noriega opinó en torno al Centrísmo en el debate que se sigue en Cubadebate y creo, por su relevancia que debo publicarlo aqui.

Vale el artículo Elier para hacer notar algo de lo que circula en los ambientes cipayos o centro-cipayos. ¿En qué parte del mundo acribillado por el Norte ha crecido en la práctica el bondadoso equilibrio del centrismo? En Cuba hay muchísimas cosas que rectificar, repensar, hacer y re-hacer. De ellas somos más o menos consciente gracias al sentido de dignidad insumisa que es también obra de la Revolución, calzada en muchísimas realizaciones, a todas luces insuficientes, pero humanamente adorables como para no entregarlas. De lo que no cabe dudas es de la capacidad de la Revolución para procurar con todos lo que es bueno para todos. Y esto supuso y supone unas elecciones ideológicas, que pudimos traducir políticamente gracias a un 1 de enero de 1959. De seguro ha sido mejor la traducción al “cubano popular” que el posible texto de dictado inglés.

No hay otra forma de entender desde las condiciones cubanas el “para todos” que no sea como “mayoría”, ya que hay cierta partecita de ese “todos” cuyas bases de reproducción siguen ancladas en la exclusión de la mayoría, por mucho que lo adornen. Por sentido común buscan abrir espacio cómodo a su cauce y, por sentido común, debemos evitarlo. Nos conviene, como punto de partida para pensar cualquiera de estos asuntos, que la mayoría de nosotros, los cubanos y cubanas, tengamos autoconciencia de nuestro lugar en esa mayoría, ahora y después.

Permanezcamos entonces en ella con toda la dignidad posible que hemos ganado. Huir de todos los radicalismos en momentos de dificultades radicales es un viejo truco cuando sirve para hacer agradable un discurso que se cuida de las intenciones del discursante, para jugar con las ilusiones, manipular, desde las necesidades reales o sentidas, las conciencias confundidas o agobiadas. Lo cierto es que, es muy difícil en Cuba, no encontrar la sujeción de esos malabares en aquellos preceptos que no entran en la unidad del “todos que es igual a mayoría”.

Y eso ocurre por elección disonante respecto a lo que Cuba necesita. En condiciones en que desde la política ha venido pluralizaciones posibles de las relaciones de propiedad (gracias a que la política no es solo expresión concentrada de la economía sino también factor de supremacía en relación a ella) el quid de la cuestión está en encontrar juntos la manera de articular y complementar sus diferentes formas ahora existentes, procurando las jerarquizaciones pertinentes para asegurar patria, independencia y justicia, es decir DIGNIDAD para las mayorías ¿Cómo entran en este esfuerzo las posiciones de centro?

De lo que debe preocuparnos y seguir ocupándonos suficientemente en Cuba es de cómo consolidar en la práctica los valores que nos hacen ser nación independiente, soberana y de insaciable amor a la justicia social, desde nuestras dinámicas internas, pensando como pueblo, que es un ente colectivo masivo cargado de individualidades y por tanto, actuando con la voluntad colectiva popular nacional. La Revolución debe ser cada vez superada (por ella misma), no traicionada. Al menos, este es el punto de vista de uno de la MAYORÍA, que en Cuba, no importa pesos más o pesos menos, es bien mayoritaria, ahora y después y ojalá siempre sea en DIGNIDAD, que es decir en REVOLUCIÓN, sea lo que sea que tengamos que cambiar, salvo lo que sabemos fundamento de esa dignidad.
Camilo.

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